Liderazgo futuro: Ángela con su sueño a la grupa

6 de octubre de 2024

Tanto su entrenadora, como la gente que la ha visto montar opinan lo mismo: Ángela Kortajarena tiene un don. Pero en muchos deportes, como ocurre en la hípica, eso no es suficiente para tener éxito

Ángela Kortajarena es una jinete precoz. A sus 14 años trata a los caballos con naturalidad, con cercanía, como si se entendieran. A ella le cuesta explicar eso que al resto le parece tan especial porque no es algo que haya aprendido o le hayan enseñado. Le nace así. Su entrenadora cree que tiene “un don” y que, además, está preparada para competir y brillar.

Esa habilidad natural y un comprometido entrenamiento han logrado que Ángela sea una de las amazonas más prometedoras de su comunidad autónoma y que se esté preparando para competir el 26 y 27 de octubre en el Campeonato de Doma de Euskadi. Sin embargo, no tiene claro que vaya a poder participar. Aún hay varias cosas por definir.

La primera es aprobar el quinto examen de galope. Por ahora ha aprobado cuatro, pero superar el quinto es requisito para participar. La prueba será en unos días y Ángela se ve preparada para lograrlo. Si lo consiguiese, el siguiente obstáculo es más prosaico: el vil metal. Y es que para que pueda competir en el Campeonato de Euskadi hacen falta fondos para pagar su inscripción, el traslado del caballo y otros preparativos. ¿En total? 1.300 euros.

Por ahora su entorno está haciendo todo lo que puede. E incluso su hípica, el Club Hípico Okendo, la apoya en todo lo que está en su mano. “Nos dejan el caballo y nos ayudan a preparar todas las pruebas, que es un montón”, comenta Ángela. Pero sigue faltando dinero. Por eso Ángela ha lanzado una campaña en GoFundMe. “Aunque sea con una miguita de pan, me gustaría darles a todos los que me apoyen las gracias de corazón por ayudarme a cumplir mi sueño”, dice emocionada.

El camino de Ángela

Los niños no saben lo que cuestan las cosas cuando se enamoran a primera vista de ellas. Eso le pasó a Ángela cuando se prendó por la hípica. Aunque la primera vez que montó a caballo fue con 4 años en un campamento de verano, no descubrió su pasión hasta unos años más tarde, cuando mirando a gente montar se fijó en alguien haciendo doma clásica. “Me quedé embobada”, recuerda. Y le sigue ocurriendo. No le pasa lo mismo cuando ve a un jinete haciendo salto. Esa disciplina se parece más al atletismo. Lo que prima es la velocidad, la distancia, la fuerza. Mientras que la doma –más parecida al ballet o la gimnasia rítmica– requiere técnica, elegancia, fluidez, coordinación. “La doma es bonita y emocionante”, señala esta niña de enorme sensibilidad. 

A los 6 años Ángela empezó a montar “en serio”. Su primer caballo fue Zambujo, con el que se preparó para comenzar a competir y concursó por primera vez. Ahora monta a otro llamado Cardhu. Tanto Zambujo, como Cardhu son caballos de la hípica donde Ángela entrena. A Cardhu lo montan dos o tres personas más, dependiendo de la semana. Pero las otras personas son mucho mayores que ella porque Cardhu es un caballo más maduro y exigente. Para montarlo hay que tener experiencia.

Cuando Ángela se sube a lomos de Cardhu siente que todo puede pasar. “Cardhu es impredecible. Tengo que estar muy atenta porque si se aburre se despista”, cuenta entre risas. Cardhu se parece a un niño pequeño al que hay que mantener entretenido, pero también controlado. Juntos practican coreografías llamadas “reprise” que consisten en una serie de figuras y ejercicios ordenados. Las reprise varían en dificultad según el nivel de competición, que está definido por la edad del jinete. 

Ángela y Cardhu son pareja de baile. Y para que una pareja funcione se tienen que conocer y entender. Por eso Ángela entrena 4 horas a la semana.

Esas son las horas que pasa encima del caballo. Pero cada día de entrenamiento requiere como mínimo tres horas más de dedicación. Porque Ángela no llega al club y comienza a montar. Hasta que eso sucede, tiene que preparar, peinar y pertrechar a su caballo. Y al terminar debe retirarle las monturas y llevarlo a pasear, pastar y bañar. 

Asumiendo que montar era lo que más disfrutaba, le pregunté cuál era su segunda actividad favorita. “Montar es lo segundo, no lo primero”, responde. “Para mí es más importante generar un vínculo especial con mi caballo, cuidarlo y pasar tiempo con él haciendo lo que a él le gusta. Si no, cuando yo le pida algo, él no va a responder”, explica.

Como cualquier persona de su edad, Ángela compagina su afición por la hípica con los estudios. Acaba de empezar 3º de la ESO. Este año por primera vez ha tenido que escoger una optativa. Entre Francés, Cultura Clásica y Cultura Científica ha elegido la última porque cree que, cuando llegue el momento, le gustaría estudiar algo relacionado con la veterinaria o la biología terrestre. En el recreo mira a sus compañeros jugar al fútbol y piensa en la suerte que tienen de solo necesitar una pelota para practicar el deporte que más les gusta.

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